top of page

Si la verdad nos hace libres ¿por qué preferimos las mentiras?

El concepto de que la verdad nos hace libres ha sido apoyado por la humanidad desde la antigüedad. Destacados filósofos como Sócrates y Kant han sostenido que vivir en la verdad es esencial para una existencia plena y auténtica. Sin embargo, la gente frecuentemente pasa por alto las mentiras en su vida diaria. 

¿Por qué esto tiene éxito? ¿Por qué no hacemos lo que la teoría dice que deberíamos hacer? 

 

La verdad puede resultar incómoda, difícil de aceptar y, en muchas situaciones, dolorosa. Reconocerlo significa enfrentar nuestros errores, nuestras limitaciones y nuestros propios puntos ciegos. Aceptar la realidad implica responsabilidad, que puede ser una carga difícil de soportar. Por eso, frecuentemente elegimos el consuelo de la mentira, que nos ayuda a evitar el malestar de la realidad. 

 

El atractivo único de las mentiras es que inmediatamente nos protegen del sufrimiento. Nos ayudan a evitar conflictos, mantener ilusiones y vivir en aparente paz. Sirven como un refugio temporal donde podemos escapar del miedo y la incertidumbre. Sin embargo, este refugio es frágil y, eventualmente, la verdad siempre encuentra una manera de escapar de la luz. 

 

Más allá de las cosas que hemos comentado con otros, hay un peligro más: el autoengaño. Para evitar afrontar lo que realmente somos o lo que realmente ocurre en nuestras vidas, contamos historias falsas. Creemos que somos buenos cuando no lo somos y que una relación es sana cuando no lo es. El autoengaño puede ser una forma de supervivencia emocional, pero a largo plazo nos aleja de nuestra propia autenticidad. 

 

La verdad sigue siendo el camino hacia la libertad a pesar del malestar que provoca. Los logramas vivimos de forma más plena y consciente cuando aceptamos la realidad tal como es, sin filtros ni ilusiones. La verdad nos permite tomar decisiones informadas, establecer relaciones basadas en la confianza y cultivar un sentido genuino de identidad. 

 

Aceptar la realidad no significa vivir en un sufrimiento continuo; más bien es aprender a afrontar la vida con amor. Son necesarios Maduroz, resiliencia y una fuerte voluntad de crecer. Finalmente, incluso si la mente puede proporcionarnos felicidad momentánea, sólo la verdad nos permite vivir con verdadera dignidad y libertad. 

Comments

Rated 0 out of 5 stars.
No ratings yet

Add a rating
bottom of page