Mi propósito de vida

Vivo para ser recordada, no hay forma de saber cómo me recordarán, pero sí sé cómo quiero que me recuerden. Mi esencia no se trata de hacer algo grandioso, sino de vivir plenamente cada día. De estar preparada para poder vivir y disfrutar de la vida. 

Un propósito de vida es la razón por la cual nos levantamos cada mañana, son aquellas motivaciones intrínsecas que dan un sentido, enfoque, dirección y significado a nuestra existencia. Todas las personas necesitamos una razón que nos motive a crecer, a potenciar nuestras competencias con herramientas que amplíen nuestros conocimientos para explorar nuevos horizontes y así poder traspasar cada meta que nos propongamos. 

Durante los primeros 15 años de mi vida, relacioné mi propósito de vida con el éxito. 

Me atrevo a decir, que el éxito es uno de los conceptos más contradictorios y subjetivos que conozco. El criterio para el éxito depende del contexto, y puede ser relativo a un observador en particular o a un sistema de creencias. Por lo tanto, el éxito puede considerarse como un término personal. Aunque generalmente asocian el éxito con la consecución de metas, el logro de objetivos o la realización de sueños, personalmente, difiero con la mayoría de respuestas a la pregunta: ¿Qué es el éxito? 

Me considero una persona con metas claras y propósitos definidos, me apasiona pensar en mi futuro y en los aportes que puedo hacer a nuestra sociedad. Sin embargo, un día entendí que la vida no solo se trata de grandes logros o metas ambiciosas. Por lo que, hasta el día de hoy, si me preguntan ¿Qué es el éxito? Contestaría con mucha seguridad, que, para mí, el éxito es la culminación de la perseverancia, la pasión, y la superación de desafíos, transformando sueños en logros tangibles. Es el balance entre la felicidad, la satisfacción personal y el crecimiento continuo en todas las áreas de la vida. 

Represento el éxito, como una llama de fuego que, al pasar de los años de nuestra vida, lo vamos alimentando para contribuir a su crecimiento, hasta que un día alcanzamos esa meta que tanto anhelábamos, y esa llama de fuego se apaga, ya no hay maneras de alimentarla, ya logró sus propósitos. Es ahí cuando nos quedamos sin concepto de éxito, si nos basamos en que el éxito equivale a la realización de metas, en el instante que se cumplan esas metas, ya no habría un éxito que buscar y un gran porcentaje de la población mundial, se quedaría sin propósito de vida. 

Durante esos primeros 15 años de mi vida, iba a ser parte de ese gran porcentaje de población, pero logré darme cuenta, que un propósito de vida, va más allá del éxito. 

Fue ahí, cuando me replanteé mi propósito de vida. Anhelo cumplir mis metas, pero no vivo para eso. Vivo para servirle a la comunidad, para cambiar nuestra sociedad, para construir un mejor futuro. Sueño con dejar un legado que trascienda las generaciones, hablaría de mi corazón y lo que está dentro de él, pero el corazón un día se apaga, así que, sueño con que mi alma, perdure en este mundo.

El futuro es incierto, el mañana es un misterio, pero el ahora, mi ahora, se basa en vivir plenamente cada día, trabajando por mi mundo ideal, un mundo en el que no exista el maltrato, un mundo sin guerra, sin hambre, sin racismo, sin crueldad a los animales y niños. Pero, sobre todo, un mundo en el que cada individuo tenga derecho a alzar la voz, en el que cada cambio sea para bien y en el que se construya un

 mejor futuro. 

Si me preguntan qué voy a hacer con mi vida, la verdad no tengo idea, pero sí sé, que viviré

 cada minuto de ella. Para que el día que abandone este mundo, tengan algo por que recordar a Mariana Bustillo Collins, no vivo para el éxito, no vivo para mis metas, vivo para ser recordada.